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LA CIUDAD INVISIBLE ~ La más habitable de todas las ciudades

Lo que se tercie

Despedidas

Despedidas

Este año está siendo pródigo en despedidas. Y aunque fueran muertes anunciadas por la avanzada edad de sus protagonistas, no por ello duelen menos.

Hace unos meses fue mi querido Miguel Delibes, autor con el que descubrí en mi adolescencia el placer de leer.

Hoy ha sido José Saramago, que ha fallecido hace solo unas horas, dejando vacío un espacio de crítica cultural y humanística que será difícil, si no imposible, recuperar.

Descansen ambos en paz.

Miguel Delibes

Decíamos ayer...

Decíamos ayer...

En el año 1947, recién terminada la Segunda Guerra Mundial, el nombre de un barco cobró una gran fama en todos los medios de comunicación. El navío se llamaba Exodus y transportaba a más 4.500 judíos, incluidos 655 niños, que tras partir del puerto de Marsella pretendían alcanzar su tierra prometida, la Palestina que permanecía entonces bajo mandato británico.

La existencia de este barco fue considerada por los ingleses como inmigración ilegal, y esa fue su justificación para evitar por todos los medios que arribara a las costas de Palestina. Llegaron incluso a abrir fuego, matando a tres pasajeros, uno de ellos un adolescente. Una vez detenido por la fuerza, el Exodus fue obligado a regresar a Europa, pero la heroica resistencia de todo el pasaje, arriesgándose a morir de hambre y sed antes que abandonar el barco y sus pretensiones dócilmente, sentó las bases de la futura victoria judía que desembocó en la creación del estado de Israel. Esta epopeya fue, como sabéis, inmortalizada por Leon Uris en su novela Exodo, llevada al cine bajo la dirección de Otto Preminger con guión de Dalton Trumbo.

Han pasado algo más de sesenta años, pero este comentario podría haber sido extraído de cualquier periódico actual. Solo habría sido necesario realizar algunos cambios muy sencillos: donde dice "ingleses", poner "israelíes", y donde dice "judíos" poner "palestinos". Y ya está: la historia reescrita una vez más con un simple corta y pega.

Refundemos, que algo queda

Refundemos, que algo queda

Hace algo más de un año, Nicolas Sarkozy, inefable presidente de la República Francesa, propuso a bombo y platillo «refundar el capitalismo». Dicho así, la cosa pintaba bien: todos nos pusimos enseguida a imaginar a los banqueros, directivos de multinacionales y especuladores varios fregando suelos con un mocho viejo o cargando ladrillos con una carretilla para que aprendieran así el valor de la economía real, esa que se basa en cosas-que-se-producen-y-se-venden y no en cosas-que-no-existen-pero-que-también-se-venden-solo-que-mucho-más-caras. Incluso, los más alocados llegamos a creer que Sarkozy desempolvaría de algún museo la guillotina que tanto juego dio en la plaza de la Revolución, hoy llamada si no me equivoco plaza de la Concordia, y que la sangre azul volvería a desembocar a chorros en las cloacas parisinas.

Como decía, ha pasado un año y, en efecto, se ha refundado el capitalismo. ¿Cómo? Muy fácil: hoy día, los ricos y poderosos siguen ganando cantidades  ingentes de dinero haciendo lo que siempre han hecho, pero ahora sabemos además que, da igual lo que hagan y a quien se lo hagan, disfrutarán de absoluta impunidad. Nadie, con excepción del mediático Madoff, ha pagado sus crímenes económicos y sociales no ya con la guillotina, sino siquiera con una multa simbólica. Y si algún alto ejecutivo de sociedades de inversión ha sido despedido, ha recibido a cambio una indemnización rayana en lo absurdo: ejemplar castigo donde los haya.

Una vez cumplido este magno objetivo mundial, propongo que sigamos refundando cosas. Por ejemplo: refundemos la cultura prohibiendo los libros que no sean best-sellers, o refundemos el Tercer Mundo obligando a los hambrientos a morirse de una vez para que dejen de dar el rollo, o mejor aún, refundemos el planeta Tierra sustituyendo todo el oxígeno de la atmósfera por anhídrido carbónico. No sé, son solo algunas ideas…

La clave del éxito

La clave del éxito

Hace más de una década, leí en el suplemento dominical de un diario un artículo en el que Antonio Gala reflexionaba sobre la naturaleza del éxito, y la conclusión a la que llegaba era que resulta curioso que la gente persiga con tanto ahínco algo que nadie sabe exactamente en qué consiste.

Reconozco que yo también, en alguna etapa de mi vida, he ansiado alcanzar esa nebulosa informe. Incluso, llegué a pensar que la imagen del éxito es la que muestran algunos escritores en los medios de comunicación, pomposos e hinchados ante las cámaras mientras reciben el último premio teledirigido y dotado con una millonada, o cuando opinan sobre lo político y lo divino para mayor gloria del grupo mediático o político en el que están apesebrados, y creí durante algún tiempo que ese era el modelo a imitar.

Hace unos días asistí a un entierro. Al terminar, mientras caminaba hacia la salida del recinto, me topé por casualidad con una lápida en la que, bajo el nombre del difunto y las fechas de rigor, se leía: «Aquí descansa un hombre bueno».

Qué suerte la mía: ya no necesito preguntarme más en qué consiste eso del éxito.

Memoria

Memoria

Hace unos días, reorganizando uno de esos cajones que sirven para ir olvidando trozos de tu vida en su interior, encontré un papel con un membrete de Renfe en el que el jefe de estación de Coslada —situada en el Este de Madrid— justificaba el retraso que yo sufriría al llegar a mi trabajo por el corte de una línea de cercanías.

No sé por qué decidí conservar ese documento fechado un 11 de marzo de hace cinco años: quizá para recordarme que ese día una pereza invencible me hizo levantarme veinte minutos más tarde de lo habitual —¿quién dijo que los pecados capitales son dañinos para el alma?—, o para negarme el lujo de olvidar a vecinos o conocidos que de repente dejaron de serlo.

Sí, seguramente, seguiré conservando ese justificante de Renfe varios años más.

Silencio y distancia

Silencio y distancia

Sábado por la noche en mi casa. El barrio descansa en silencio. El único sonido que escucho es el zumbido del ventilador de mi ordenador y el repiqueteo de las teclas. De vez en cuando pasa un coche por la calle: alguien que vuelve de divertirse o que comienza a hacerlo. Mi mujer duerme. Yo lo haré dentro de poco. Me acuerdo en este momento, no sé por qué, de mi hermana mayor. Ella vive en Estados Unidos. ¿Qué hora será allí? Hago cuentas: más o menos las siete de la tarde. Aún habrá luz de sol y, probablemente, mi hermana caminará por los pasillos de algún centro comercial cargada de bolsas en compañía de su marido y alguno de sus hijos. Otro país, otro continente, varios usos horarios de diferencia, pero la misma sangre, idénticos deseos y necesidades, similares problemas (ella me habla de crisis y de paro desde la tierra de las oportunidades: en estos tiempos, no resulta fácil la vida en ninguna parte).

Silencio y distancia: las dos palabras que me vienen a la cabeza en este momento.

Mañana (hoy ya en realidad) será otro día.

Empatía

Empatía

Casi ha terminado el día. Y es en este momento, tras completar el frenético plan de actividades que me había autoimpuesto para hoy, cuando me pregunto si en las últimas veinticuatro horas he hecho en realidad algo para ser más feliz; y, lo que es igual de importante, para hacer felices a los que me rodean. Espero que sí; deseo sinceramente que algo de lo que he dicho o hecho en esta jornada haya alegrado, al menos por un instante, la vida de otra persona y de paso la mía propia. No sé... estoy tan cansado... me cuesta recordar si hoy ha ocurrido algo así.

Quizá mañana. Espero que sí. Espero que mañana.

Doce meses

Doce meses

Un año ya. Un año sin el poeta que aseguraba haber defraudado por igual a sus críticos y a sus familiares, a los primeros por ser un poeta demasiado realista y a los segundos por no tener ningún sentido de la realidad.

Qué largo y qué corto a la vez me han parecido estos doce meses, don Ángel, maestro.

Equilibrio

Equilibrio

Redacto este texto en un ordenador de los que ahora se llaman netbooks o ─usando un término en español─ ultraportátiles: diez pulgadas de pantalla, un quilo de peso, veintipocos centímetros de longitud… No pretendo caer en el tópico zarzuelero de que las ciencias adelantan que es una barbaridad, pero lo cierto es que yo, que comencé mi vida profesional hace veinticuatro años delante de un ordenador IBM PC con pantalla de fósforo verde y disquetes flexibles de cinco pulgadas y media, no puedo dejar de maravillarme por la evolución de la informática en este tiempo.

La única duda que tengo al respecto es si adelantos tecnológicos tan vertiginosos ─teléfonos móviles, ordenadores portátiles, agendas electrónicas, reproductores musicales, navegadores por GPS, etc.─ colaboran a hacernos la vida más agradable o, por el contrario, no son más que meros juguetes con los que distraernos de nuestra dura realidad.

Yo, tecnoadicto confeso, creo que la tecnología no va a resolver los grandes problemas del ser humano, y más concretamente del ciudadano occidental y supuestamente civilizado: la ansiedad, el estrés crónico, la angustia ante la muerte ─tema tabú en nuestra sociedad para el que cada día estamos menos preparados─, el miedo al futuro, la eterna insatisfacción… Pero, al menos, gracias a la técnica disponemos de un medio como Internet para contarnos nuestras cuitas unos a otros, incluso sin necesidad de conocernos, convirtiéndonos en una comunidad de seres algo menos extraviados que antes.

Pero eso sí, permitidme para terminar un consejo: no dejéis que ningún aparato o red virtual sustituya en vuestras vidas el contacto real con las personas, ni el placer de sujetar un libro abierto entre las manos, ni la experiencia de viajar a un lugar y explorarlo con vuestros propios ojos y no solo con un ratón en la mano. Recordad: en el equilibrio reside el secreto de la felicidad.

Crisis V: Intercambio semántico

Crisis V: Intercambio semántico

A lo largo de este año 2008 que ya termina, los economistas nos han enseñado a los ciudadanos de a pie multitud de términos de su jerga: deflación, holding, deslocalización, dumping, mercado interbancario, estafa piramidal, renta fija, joint venture, mercado primario, fondos de garantía de depósitos...

Justo es que, en lógica correspondencia, los don nadies como yo instruyamos a los economistas en el significado de unos cuantos términos del castellano usual que ellos desconocen: honradez, justicia, legalidad, decencia...

Propongo celebrar, a la mayor brevedad posible, un Congreso Nacional de Economistas y Legos en la Materia para el Intercambio Semántico. Estoy seguro de que sería de gran provecho.

Crisis IV

Impagable —ni pidiendo un préstamo a cincuenta años siquiera— la viñeta de El Roto publicada en el diario El País del pasado domingo.

Sin más palabras, podéis verla pinchando aquí.

Buen viaje

Buen viaje

En estos días, mi amiga Twiggy Hirota va a viajar a Japón.

Para cualquiera de nosotros, un viaje así sería sinónimo de alejamiento; para ella es, en realidad, un retorno a la mitad de sus orígenes. Me consta que Twiggy siente un gran apego por esa tierra, a la que pertenece su familia materna.

Pero mientras permanezca allí, identificándose con su mitad japonesa, no podrá evitar sentir nostalgia de España, donde radica el otro cincuenta por ciento de su personalidad y de su pasado. Así que, cuando llegue el momento de volver, también ese será un viaje de retorno.

Realidad dichosa la suya: realizar dos trayectos de más de doce mil kilómetros cada uno y, sin embargo, estar siempre regresando.

Buen viaje.

Obsesión

Obsesión

Hace unos días instalé un contador de visitas en esta página. ¿Qué por qué lo he hecho? En teoría, para estimar el seguimiento de este blog (si no lo leyera nadie, ¿merecería la pena mantenerlo?: confieso que no sabría responder a esta pregunta; seguramente seguiría escribiendo en él aunque no recibiera ninguna visita).

Pero al ver esos dígitos puestos a cero, esperando alcanzar la cifra de 999.999, he reflexionado un momento sobre nuestra manía (seguramente muy occidental) de contarlo todo desde que somos unos niños: los cromos de la colección conseguidos, los que nos faltan, los repes, los goles que hemos marcado en los partidos del recreo, las pantallas superadas en los videojuegos… hasta que crecemos: los kilómetros de nuestro coche, los días que hemos trabajado, los que nos faltan por trabajar hasta el fin de semana o hasta la jubilación, el dinero que tenemos, el que debemos, los amigos buenos (esa cuenta suele ser muy rápida), los enemigos (esta tampoco me lleva mucho tiempo, por fortuna), los cónyuges, los amantes (conozco quien contabiliza las mujeres con las que se acuesta, como el Pedro de Valdivia de ¿Pero hubo alguna vez 11.000 vírgenes?, de Jardiel Poncela)…

Sin embargo, hay una cosa cuya cantidad no nos exige contador alguno: la vida. La cuenta resulta bien sencilla: solo tenemos una.

Manifiesto de CEDRO

Manifiesto de CEDRO

Desde este modesto blog he animado varias veces a los autores a asociarse. Y entre las opciones que he recomendado está el Centro Español de Derechos Reprográficos (CEDRO). Así que me complace reproducir aquí íntegramente el manifiesto que esta institución ha difundido con motivo de su vigésimo aniversario.


 El valor de los derechos de autor

Manifiesto de CEDRO en su vigésimo aniversario

En el vigésimo aniversario de la creación de CEDRO, manifestamos que:

1. El trabajo de escritores, traductores y editores es una de las bases de la riqueza intelectual de la sociedad.

2. La dignidad profesional de autores y editores tiene su fundamento en el Derecho de Autor. Es legítima su aspiración a obtener una remuneración por el uso de sus obras, y a que su trabajo creativo se respete y se proteja.

3. El acceso a la información y a la cultura no puede ni debe realizarse sacrificando los derechos de autor.

4. Las obras de autores y editores constituyen un valor insustituible para la educación, la formación permanente y la innovación en empresas, organismos públicos y centros educativos.

5. El sector del libro y de las publicaciones periódicas tiene en España una relevancia estratégica: contribuye de forma significativa al producto interior bruto, a la creación de puestos de trabajo, a la mejora de la balanza comercial y a la generación en el extranjero de una imagen positiva de nuestro país.

Por todo ello:

1. Reclamamos a los poderes públicos un decidido apoyo a los creadores de la cultura escrita y una defensa enérgica y activa de sus derechos de autor, para alcanzar los mismos niveles de respeto que existen en otros países europeos.

2. Demandamos el mantenimiento de la compensación para los autores y editores por la copia privada de sus obras, que se lleva a cabo masiva e indiscriminadamente en una gran variedad de aparatos y soportes.

3. Instamos a todos los centros de trabajo y de formación en los que se utilizan reproducciones de libros y publicaciones periódicas mediante fotocopia o digitalización, a obtener la autorización previa de los titulares de derechos, tal y como exige la ley, mediante una licencia de reproducción de CEDRO.

4. Expresamos nuestro compromiso con el desarrollo educativo, científico y cultural español, así como con el necesario progreso de las bibliotecas en nuestro país y con las políticas de fomento de la lectura.

5. Manifestamos nuestra voluntad de continuar trabajando para consolidar e incrementar los importantes logros obtenidos en los últimos veinte años en materia de reconocimiento de los derechos de autor, de remuneración a autores y editores por la reproducción de sus obras, y de educación a los jóvenes acerca del valor de la creación original, objetivos para los que pedimos la comprensión y la colaboración de la sociedad.

Madrid, 1 de julio del 2008

Problema climático

Problema climático

Quiero recomendaros una entrevista que publica hoy la edición digital del diario "El País" con Sir Nicholas Stern. Lo que me ha llamado la atención de este artículo es descubrir, con agrado, que el problema del cambio climático ya no es solo un asunto que preocupe a los ecologistas, sino que ahora también inquieta a los economistas. Y si los economistas se preocupan seriamente por algo, quizá aún tengamos esperanza. Podéis leer el artículo pinchando aquí.

Por otro lado, y siguiendo con el mismo tema, os recomiendo el siguiente mapa interactivo, en el que podéis comprobar qué ocurrirá con las costas de España y del resto del mundo si el nivel del mar asciendo. En la parte superior de dicho mapa hay una casilla titulada Sea level rise en la que podéis elegir el número de metros de crecida de las aguas. También dispone de una escala (a la izquierda) que os permitirá aumentar o disminuir el nivel de detalle geográfico. Espero que ninguno de vosotros tenga una casita en primera línea de playa... El mapa se puede ver pinchando aquí. 

Agradecimiento

Agradecimiento

Hoy he recibido un correo electrónico, contestación a uno mío anterior, en el que un amigo se despedía de mí con la expresión "gracias por tus palabras". No me ha agradecido que le escribiera, ni que me acordara de él: me ha agradecido mis palabras, como si fueran objetos valiosos que yo le hubiera regalado.

Creo que es una de las cosas más encantadoras que me han escrito nunca por correo electrónico.

Acróstico

Acróstico

Todos los que, por estas fechas, preparamos una oposición a los cuerpos de administrativos de la función pública tenemos que enfrentarnos con una hidra de siete cabezas llamada Ley de Contratos del Sector Público español, la famosa Ley 30/2007. Creedme: intentar introducirse en las meninges semejante mamotreto resulta una tortura horrorosa.

Sin embargo, esta ley guarda un secretillo curioso. Si tomas el texto de su exposición de motivos —comentarios del legislador previos al articulado y entresacas la primera letra de cada párrafo, ¡encuentras un acróstico! Vedlo vosotros mismos:

Desde la adhesión a las Comunidades Europeas...

Esta Ley de Contratos del Sector Público...  

Sin embargo, aun siendo la necesidad de incorporar a...

Hasta el momento, las reformas de la legislación de...

Inseparablemente unido a lo anterior, la opción de regular...

Desde la consideración metodológica de que resulta...

Ratificando este cambio de enfoque, la presente Ley...

Así, el articulado de la Ley se ha estructurado en un...

Tomando como referencia los principios que han...

A fin de ajustar el ámbito de aplicación de la Ley...

Como medio para identificar el ámbito normativo...

Incorporando en sus propios términos y sin reservas...

Obligadamente, la nueva Ley viene también a...

Nominados únicamente en la práctica de la contratación...

Sí, en efecto: el acróstico oculto en la exposición de motivos de la Ley de Contratos es: D-E-S-H-I-D-R-A-T-A-C-I-Ó-N, con hache intercalada incluida.

¿Casualidad? ¿Afición poética de nuestros Diputados y Senadores? ¿Humor negro del legislador? ¿Advertencia para los incautos que osen enfrentarse al monstruo en pleno verano? Quién sabe...

Para empezar bien la semana

Reconozco abiertamente que la música es una de mis grandes pasiones —seguramente, la mayor—. Ningún arte como la música —ni siquiera la literatura— me transmite sensaciones tan intensas.

Por eso hoy quiero regalar a los pocos lectores de este blog una pieza deliciosa: la interpretación de la violinista norteamericana de padres coreanos Sara Chang, con la Filarmónica de Berlín detrás —dirigida, nada menos, que por Plácido Domingo— de la pieza Meditación, perteneciente a la ópera Thais, del francés Jules Massenet.

Que la disfrutéis.

Copia privada, sí

Copia privada, sí

En estos tiempos que corren, en los que parece que está de moda atacar el concepto de propiedad intelectual, me complace publicitar aquí una página muy interesante y recomendable. Se trata de la web COPIA PRIVADA SÍ, cuyo enlace es el siguiente:

http://www.copia-privada-si.com/

No dejéis de echarle un vistazo. Con seguridad, descubriréis que muchos de vuestros conceptos sobre las copias se vendrán abajo.

No estaba muerto

No estaba muerto

Dicen los que saben que el número de blogs que languidecen por la red moribundos o extintos del todo, víctimas de la desidia de sus dueños, es superior al de los objetos que forman la basura espacial, esa maraña de residuos de naves espaciales que pululan en órbita alrededor de nuestro planeta.

Seguramente, los que visitáis este blog habréis pensado últimamente que ese es el destino que le esperaba: convertirse en basura virtual.

Pues no: he vuelto. Si bien es cierto que el parón ha sido prolongado, aún es demasiado pronto para enterrar esta modesta bitácora personal.

En la Ciudad Invisible sigue quedando al menos un habitante.