Memoria
Hace unos días, reorganizando uno de esos cajones que sirven para ir olvidando trozos de tu vida en su interior, encontré un papel con un membrete de Renfe en el que el jefe de estación de Coslada —situada en el Este de Madrid— justificaba el retraso que yo sufriría al llegar a mi trabajo por el corte de una línea de cercanías.
No sé por qué decidí conservar ese documento fechado un 11 de marzo de hace cinco años: quizá para recordarme que ese día una pereza invencible me hizo levantarme veinte minutos más tarde de lo habitual —¿quién dijo que los pecados capitales son dañinos para el alma?—, o para negarme el lujo de olvidar a vecinos o conocidos que de repente dejaron de serlo.
Sí, seguramente, seguiré conservando ese justificante de Renfe varios años más.
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Carmen -