Equilibrio
Redacto este texto en un ordenador de los que ahora se llaman netbooks o ─usando un término en español─ ultraportátiles: diez pulgadas de pantalla, un quilo de peso, veintipocos centímetros de longitud… No pretendo caer en el tópico zarzuelero de que las ciencias adelantan que es una barbaridad, pero lo cierto es que yo, que comencé mi vida profesional hace veinticuatro años delante de un ordenador IBM PC con pantalla de fósforo verde y disquetes flexibles de cinco pulgadas y media, no puedo dejar de maravillarme por la evolución de la informática en este tiempo.
La única duda que tengo al respecto es si adelantos tecnológicos tan vertiginosos ─teléfonos móviles, ordenadores portátiles, agendas electrónicas, reproductores musicales, navegadores por GPS, etc.─ colaboran a hacernos la vida más agradable o, por el contrario, no son más que meros juguetes con los que distraernos de nuestra dura realidad.
Yo, tecnoadicto confeso, creo que la tecnología no va a resolver los grandes problemas del ser humano, y más concretamente del ciudadano occidental y supuestamente civilizado: la ansiedad, el estrés crónico, la angustia ante la muerte ─tema tabú en nuestra sociedad para el que cada día estamos menos preparados─, el miedo al futuro, la eterna insatisfacción… Pero, al menos, gracias a la técnica disponemos de un medio como Internet para contarnos nuestras cuitas unos a otros, incluso sin necesidad de conocernos, convirtiéndonos en una comunidad de seres algo menos extraviados que antes.
Pero eso sí, permitidme para terminar un consejo: no dejéis que ningún aparato o red virtual sustituya en vuestras vidas el contacto real con las personas, ni el placer de sujetar un libro abierto entre las manos, ni la experiencia de viajar a un lugar y explorarlo con vuestros propios ojos y no solo con un ratón en la mano. Recordad: en el equilibrio reside el secreto de la felicidad.
3 comentarios
J. -
Abrazos,
J.
ca -
Un abrazo tecno-lógico.
Bárbara -