¿En qué piensa la prostituta mientras espera al próximo cliente? Parada en la calle, muy corta la falda y demasiado abierto el escote, su piel juvenil exhibida para el comercio, quizá se pregunte cómo será el siguiente hombre que la aborde. ¿Cuánto, nena?, y ella que cincuenta euros la media hora, y él, baboso, calvo, gordo y empapado en sudor, la mirará de arriba abajo antes de protestar porque le parece mucho, que si no le hace una rebajita entonces nada, un sapo regateando con una sirena. No, seguramente la prostituta no piensa en el nuevo cliente que estará al caer, de sobra sabe cómo será.
Entonces quizá recuerde. Sí, puede que a su familia, sus padres y un hermano pequeño, de los que se despidió convencida de que iniciaba una vida mejor en otro país para trabajar de camarera, eso ponía en el contrato que ese hombre le ofreció, camarera de un club nocturno, y ella le creyó. Ese empleo estaría bien para empezar, le serviría para mandar algo de dinero a casa y también para ahorrar ella, y luego podría intentar cumplir su auténtica vocación: la de bailarina, siempre bailando desde muy niña, con música o con su propio tarareo, el caso es expresar lo que de otra forma no le resulta posible, todo su cuerpo convertido en un mensaje delicioso. Si no obedeces o si se te ocurre escapar o denunciarnos, tu familia lo va a pasar muy mal, ¿te enteras, niña?, sabemos donde está tu casa en tu país y no nos costaría nada hacerles una visita, ¿te gustaría que le pasar a algo malo a tu hermanito? Puta, dijo. Eres una puta nuestra y nada más.
Es poco probable que piense en los suyos, porque entonces se echaría a llorar y eso sería malo para el negocio. Y cuando el negocio no va bien, ese hombre se enfada y se pone muy violento. No, llorar solo es posible por la noche, tumbada en el camastro del piso donde la encierran cuando termina su turno de madrugada, sus gimoteos mezclados con los de las demás chicas que duermen junto a ella.
Así que si evita pensar en el próximo cliente y recordar a su familia, ¿en qué piensa la prostituta? Puede que mire a las chicas de su edad que pasan delante de ella, muchachas vestidas no para atraer a tipos que les paguen por hacerse sus cosas dentro de ellas, sino para gustarles a chicos guapos o para gustarse a sí mismas, jóvenes que siempre van acompañadas de otras y que cuando se acuesten esta noche, lo harán en su propia cama, en su habitación privada y con su familia descansando en la misma casa. ¿Por qué no puede ser como ellas?, ¿por qué no puede abandonar su puesto en la calle y unirse a una de esas pandillas que pasan por su lado y que van hacia algún local donde bailar y tomar algo y ligar con jóvenes que les gusten de veras, sin precio alguno de por medio?
En todo eso puede que piense la prostituta. O quizá no piense en nada. Puede que solo espere, la vista perdida en el infinito, a que llegue el próximo cliente.