«Camino de perfección»
El escritor observa el manuscrito y sabe que, al fin, ha terminado.
El borrador inicial superaba el millar de páginas. Le llevó más de dos años escribirlo, en realidad casi tres, y el esfuerzo le dejó exhausto.
Cuando se recuperó, inició la primera reescritura. Siguiendo las instrucciones del monitor de un taller literario al que asistió tiempo atrás, comenzó a tachar como quien poda un árbol sobredimensionado. Así llegó a quedarse con apenas quinientas páginas.
Después hubo una segunda reescritura, y una tercera, y una cuarta...
Hoy ha completado la décima versión —quizá sea la vigésima, no sabe— y ante él se muestra su obra terminada, perfecta. Como premio, el escritor se sirve una bebida y se sienta satisfecho a la mesa sobre la que descansa, aislada como un autor incomprendido, una única hoja en blanco.
0 comentarios