«Vacío»
PERSONAJES
MUJER
HOMBRE
(Ambos por encima de los treinta años de edad..)
El escenario está cubierto de tierra fina y dorada que brilla en un día soleado. Aparecen una MUJER y un HOMBRE vestidos con trajes de baño y provistos de bolsa playera y toallas.
MUJER.−(Exultante..) Me encanta estar aquí. ¿A ti no, cariño?
HOMBRE.−(A disgusto.) Sí, sí... mucho.
MUJER.−No entiendo por qué no venimos más a menudo. Yo pienso que es por pereza, ¿no crees? Cuántas cosas que nos gustan dejamos de hacer por pereza...
HOMBRE.−¿Como el amor, por ejemplo?
MUJER.−Ay... siempre sales con lo mismo. Olvídate de eso por un momento y siéntate conmigo.
Ambos estiran las toallas en la arena y se sientan; ella, con alegría; él, con manifiesta desgana.
MUJER.−(Llena sus pulmones de aire y lo suelta suavemente.) Qué bien se respira aquí. No hay nada como estar frente al mar y dedicarse a mirarlo sin prisa.
HOMBRE.−(Malhumorado.) Mira, deja ya este rollo que...
La MUJER le tapa la boca al HOMBRE con una mano.
MUJER.−Sssssssh... No digas nada, por favor. Déjame que disfrute de este rato a mi manera, te lo ruego.
HOMBRE.−(Liberándose de la mordaza.) Vale, como tú quieras, me estaré calladito. O mejor todavía, te daré la razón: (sarcástico) ¡qué bonito es el mar!
MUJER.−(Melancólica.) Precioso. Las olas acariciando la playa, la brisa, este aroma a sal, o a vida, o a no sé qué...
HOMBRE.−(Ácido.) Yo tampoco lo sé.
MUJER.−Y el sonido... el sonido de nuestro mar. ¿A qué dirías tú que suena, cariño? ¿Cómo definirlo? ¿Es un arrullo, o un rumor, o una voz...?
HOMBRE.−Es una mierda.
MUJER.−(Decepcionada.) ¿Por qué me haces esto? ¿Por qué no puedes estar unos minutos aquí conmigo y ayudarme a pasarlo bien?
HOMBRE.−Es imposible pasarlo bien en este lugar, ¿no lo entiendes?
MUJER.−Claro que lo entiendo. Soy yo, ¿recuerdas?, tu mujer, la misma a la que se le van las noches en vela esperando volver a verlo, volver a tenerlo a mi alrededor, y poder oírlo y tocarlo y...
HOMBRE.−(Interrumpiendo.) ¿Y tú crees que venir a la playa nos va a servir de algo?
MUJER.−La psicóloga dijo que sí.
HOMBRE.−La psicóloga es una niñata que no tiene ni puñetera idea de lo que es sufrir.
MUJER.−Ella también vive aquí.
HOMBRE.−Sí, pero no nació aquí. Ella es de la capital, y cuando quiera puede regresar a su casa y olvidarse de nuestro problema. Ojos que no ven... Pero nosotros seguiremos siempre en este lugar, contando los días que pasan sin que él esté a nuestro lado y volviéndonos locos.
MUJER.−No, locos no...
HOMBRE.−Y encima, tiene el cuajo de aconsejarnos que hagamos como si nunca lo hubiéramos perdido, como si todo siguiera igual que siempre. Que hagamos vida normal, que sigamos viniendo a la playa...
MUJER.−Éste fue el último sitio en que lo vimos. Y a lo mejor, quién sabe... a lo mejor vuelve también por aquí.
HOMBRE.−(Poniéndose de pie.) ¡No, no y no! Hazme un favor: mira hacia el frente.
MUJER.−(Baja la cabeza.) No, déjame.
HOMBRE.−¡Que mires al frente y me digas lo que ves!
MUJER.−(Con angustia creciente.) No quiero.
HOMBRE.−Entonces te lo diré yo: ¡nada! ¡Ya no está! Hace años que nos lo quitaron, o que se fue, o quién demonios sabe lo que pasó.
MUJER.−(Con los ojos cerrados, autoconvenciéndose.) No es verdad. Está con nosotros, donde siempre, yo sé que está con nosotros.
HOMBRE.−(Zarandea a la MUJER.) ¡Mentira! Ya no está, y por mucho que lo esperemos, ¡no va a volver nunca!
La MUJER se tumba en la arena en posición fetal y se envuelve con la toalla como si buscara protección.
MUJER.−(Llora mientras habla.) Sí, sí que está... Sigue ahí, donde siempre... no se ha ido a ninguna parte, no se ha ido, no se ha ido...
Tras unos segundos, el HOMBRE se apiada de su compañera, se arrodilla junto a ella y le acaricia el cabello.
HOMBRE.−(Con ternura.) Sí, cariño. Nuestro mar, nuestro querido mar sigue ahí, donde siempre.
Se escucha rumor de olas y piar de gaviotas mientras se hace el OSCURO.
Esta obra de teatro fue publicada por primera vez en el libro El mar (solidaridad con Galicia), editado por la Asociación de Autores de Teatro poco después de la tragedia provocada por el petrolero Prestige en noviembre del 2002.
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