Mortalidad
Esta mañana, mientras me dirigía a mi trabajo en el metro de Madrid (a veces creo que paso todo el día en el metro: véanse mis Apuntes suburbanos en este mismo blog) me he fijado en otra viajera que iba leyendo «La voz dormida», de Dulce Chacón. Al verlo, he pensado que ninguna de las mujeres que aparecen en la cubierta de ese libro vive ya: ni la miliciana que sujeta al bebé en brazos mientras lo muestra ufana a la cámara, ni la autora que firma la novela. Y he sentido un escalofrío. En un túnel a los pies de mi ciudad, rodeado de extraños, durante un instante he tenido conciencia intensa de nuestra mortalidad, y la verdad es que me ha dolido.
Mañana me dedicaré a viajar dormitando o escuchando música con mi mp3.
Posdata: En casa tengo un ejemplar de «La voz dormida» firmado por Dulce Chacón seis meses antes de que el gran sueño la alcanzara a ella.
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Paco -