Apuntes Suburbanos II: «Empate»
El metro se detiene y algunos pasajeros lo abandonan. Yo permanezco en mi asiento, leyendo. De repente, caigo en la cuenta de que ésta es mi parada. Me incorporo de un salto justo cuando las puertas comienzan a cerrarse. Demasiado tarde: no llego a salir, me estrello contra las hojas de vidrio y metal que me cortan el paso. Pánico. Sí, pánico, espanto, pavor. De algún modo, intuyo que si no me apeo aquí y ahora, nunca tendré otra oportunidad, ¡nunca! Patadas, puñetazos, rompo el cristal, sangre en mis manos, un hueco, trato de escapar por el vano de la ventanilla, primero la cabeza, luego los hombros, el pecho, el abdomen, ya tengo medio cuerpo fuera… De reojo veo que el semáforo del túnel se ha vuelto verde, el tren arranca, el tren está decidido a llevarme para siempre, a evitar por todos los medios que me baje aquí. Pero no lo va a conseguir, al menos no del todo: la mitad de mí vencerá. La mitad de mí se quedará en esta estación.
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